Masajes Eróticos Oasis, la profesión más antigua del mundo


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No existen 50 palabras para la nieve en el idioma inuit (esquimal), primera gran decepción,  y posiblemente la prostitución no sea la profesión más antigua del mundo, segunda decepción. Pero las dos afirmaciones esconden su valor no en la estricta exactitud,van por un camino contrario, alimentando la curiosidad y la imaginación.

Mi interés en los lugares de prostitución masculina me llevó a realizar algunas llamadas, a preguntar de más; si se quiere ver de esa forma. Me empujó a visitar varios lugares y páginas , y me tentó finalmente a probar.

Me encontré con un anuncio de la sala Masajes Eróticos Oasis en una página web de anuncios clasificados.  En general todo lo que rodea este tipo de lugares es un tanto turbio que a veces puede llegar a confundir, el aviso era escueto en  la información que brindaba, decidí hacer una llamada telefónica a los dos números que proporcionaba para hacer algunas preguntas. Alguien del otro lado respondió de forma segura y concisa, en pocos minutos tenía una dirección, la descripción del sitio, del personal y servicios que brindaban. Los precios rondaban los 20 mil colones, y dependían de la modalidad  que el cliente escogiera. Desde el inicio y después de cada una de las preguntas, el hombre al teléfono me instaba a hacer una visita sin compromiso, para conocer las instalaciones y a los hombres. Colgué la llamada y pasó una semana rápidamente.

El cajero automático hacia el ruido que indicaba la transacción finalizada, tenía 20 mil colones en mi bolsa que no sabía a ciencia cierta si iba a gastar. Tomé un taxi que me llevó hasta el Paseo Colón a la altura del Hospital San Juan de Dios, la dirección que me habían dado era: de la Junta de Protección Social 75 m al oeste, frente a la Soda Lily, una casa color verde con un portón negro. Llegué sin problemas, tengo que decir que el lugar tiene varios parqueos públicos cercanos por si van en carro. Vi la Soda Lily de un lado, y justo al frente el portón. Entre y rápidamente un hombre me recibió, era el administrador del lugar, él se presentó, yo también lo hice diciendo un nombre falso. De la recepción, que consta de una mesa y algunos sillones, pasamos a un pasillo. El hombre me mostró las habitaciones mientras los hombres o chicos (era la palabra que más usaba el administrador) se reunían al inicio del pasillo.

Las habitaciones eran unas cinco o seis, las primeras provistas de camillas para los masajes, las de más al fondo tenían una cama de tamaño matrimonial, todas ellas con baño. Se notaba un cierto esfuerzo en la decoración, tal vez demasiado. Las paredes pintadas de verde, y muchos objetos de inspiración hindú, en fin; aunque acogedor era a mi gusto demasiado sobrecargado. Todo se notaba limpio y en general ordenado, uno de los primeros requerimientos de un sitio de este tipo, al menos para generar un poco de confianza.

Después del recorrido, vinieron las explicaciones de las tarifas. El masaje erótico normal tenía un precio de 20 mil colones, incluía a un masajista desnudo o con ropa; esto al gusto del cliente, también se podía practicar sexo oral o podía haber masturbación mutua.

La segunda modalidad que tenía un costo de 25 mil colones, era en las habitaciones de cama matrimonial. Esta además de todo lo anterior ya dicho, incluía sexo. Al final el menú era como el de una típica soda tica, o quiere el gallo pinto o el casado.

Después del recorrido y las explicaciones vino la hora de conocer a los chicos,  que digo a los manes o los susodichos. Yo, y aunque suene raro, estaba nervioso, así que casi no recuerdo ningún nombre. Todos ubicados en un semicírculo me miraban, mientras yo los miraba. Algunos sin camisa mostrando musculo, otros sonreían. No sabía si atreverme o no, tal vez era hora de dar las gracias y marcharme como un cliente curioso. Pero por un momento la curiosidad rebasó el tope, eran 20 mil colones que perfectamente se pudieron transformar en una bonita camisa o en unas dos cenas, pero en ese momento se materializaron en una hora de placer con Erick, bueno ese creo que era su nombre. Tengo que decir que miento al decir una hora de placer, pues aproveché o desaproveché, según como se quiera ver, el tiempo haciendo varias preguntas.

Descubrí que la mayoría de los hombres que ahí trabajan se definen a si mismos como heterosexuales o bisexuales, que viven del sexo y lo ven como un trabajo. Aun al gente que fantasea con los prostitutos que disfrutan los que hacen, yo creo que nunca lo hice.

Voy a ser un poco extremo en mis afirmaciones finales. Si le gusta pagar por sexo y tiene el dinero, este es un buen lugar. Si le gusta la variedad, pues ahí hay donde escoger. El lugar es seguro, discreto y agradable. No puedo hablar de tratos justos en lugares de prostitución, posiblemente en otro post  me daré a la difícil tarea de escavar en la necesidad de dinero, las opciones de trabajo. El hombre que me atendió  fue amable, y aceptó mi  decisión de solo recibir un masaje y de querer hacer muchas preguntas, estaba limpio y me sentí cómodo con que me tocara.

Cuando salí del lugar no pude evitar pensar en una época en la que no tenía nada de dinero y lo mal que la pasé un tiempo, las cosas cambian constantemente. Ya mi curiosidad esta tranquila. Recuerden preguntar por Erick.

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Masajes Eróticos Oasis, los números 8824 8511,   8648 9504. De las 11 a.m a las 8 p.m. de lunes a sábado

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